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viernes, octubre 06, 2006

ALLEGRO NON MOLTO: LA MANO INVISIBLE

LA TRAMPA DEL CAPITALISMO

LA TRAMPA DEL CAPITALISMO

Homenaje a 

Adam Smith ¿HACIA DONDE nos conduce la búsqueda del beneficio propio?

"No puede haber una sociedad floreciente y feliz cuando la mayor parte de sus miembros son pobres y desdichados".  (Adam Smith)

 

 

Música recomendada para este artículo:

Led Zepellin

'STARWAY TO HEAVEN' - LP III - Cara 2

Originally released on 1971 on the group's untitled fourth album

Digitally remastered in 1990 by Jimmy Page

Editado en vinilo por Atlantic Recording Corporation

Los dos niños

Cuenta una vieja historia árabe que una vez dos niños -uno rico y el otro, pobre- volvían del mercado. El rico llevaba galletas untadas con miel, y el pobre llevaba un trozo de pan duro.

- Si haces el perro, te dejo comer de mis galletas - dijo el rico.

El niño pobre aceptó y, a cuatro patas y en medio de la calzada, se puso a comer las galletas del niño rico.

Un sabio, que contemplaba la escena, comentó:

- Si este niño pobre tuviese un poco de dignidad, al final encontraría una forma de ganar dinero. Sin embargo, prefiere convertirse en el perro del niño rico para comer sus galletas. Mañana, cuando sea grande, hará lo mismo por un cargo público, y será capaz de traicionar a su país por una bolsa de oro.

  

La historia de Paulo Coelho nos habla de una época en la cual todavía no se había desarrollado el concepto de Capitalismo, pero es innegable que retrata a la perfección el comportamiento social de hoy en día.

Así, podemos decir que el Capitalismo es el sistema económico que se ha impuesto en todo el mundo porque es el que mejor se adapta a la naturaleza del ser humano, una naturaleza caracterizada por la búsqueda del beneficio propio. Este concepto es el que recoge la teoría económica ortodoxa, y sobre el cual se basará Adam Smith para escribir en 1776 “La riqueza de las naciones”. La idea que constituye la columna vertebral de esta obra es que, dados un cierto marco de ley y orden y los servicios gubernamentales necesarios, el objeto de la actividad económica podría lograrse por un sistema de cooperación espontánea - “La mano invisible” - . Esto quiere decir que el individuo que dirige su  industria, al perseguir su propio interés promueve el de la sociedad de una manera más efectiva que si esto entrara en sus designios, siempre y cuando los ciudadanos sean libres de comprar lo que mejor satisfaga su capricho (1).

Más de un siglo después, Frederick Winslow Taylor en su obra “Principios de la administración científica” (1911) racionalizaba el quehacer productivo hacia una cooperación entre directivos y operarios, de tal forma que los intereses del obrero sean los mismos que los del empleador mediante una remuneración por eficiencia o unidad de producto - el que produzca más que gane más - . Casi al mismo tiempo, el método de producción Fordista implicó la combinación del Taylorismo con una creciente mecanización de grandes empresas en muchas líneas productivas de bienes uniformes, esto le permitió reducir tiempos de fabricación, precios de venta, jornada de trabajo y elevar los salarios - si los obreros ganan el doble podrán consumir el doble - (2).

En consecuencia, el modelo actual de economías globalizadas, ha pervertido en beneficio de unos pocos aquellas ideas originales hasta hacerlas irreconocibles. Pero esta transformación ha sido consecuencia de un proceso de aceptación de unas reglas que se pueden sintetizar en dos grandes líneas:

            Por una parte, este desnaturalizado sistema capitalista piensa por ti, esto es, facilita la toma de decisiones de manera que la elección final será la que más le interese al propio sistema. Por ejemplo, a la hora de realizar nuestras compras en centros comerciales, que concentran en un mismo espacio todo tipo de productos, frente a la compra tradicional en el pequeño comercio. Otro caso, es la concesión de importantes créditos a muy largo plazo para la compra de vivienda, frente al ahorro, el alquiler y el control de la especulación. Y por último, la cultura de la televisión, con sus programas basura, el exceso de horas dedicadas a deportes y los informativos controlados, frente a la calidad y la diversidad de opiniones (3).

            La otra línea se refiere a los patrones de consumo, es decir, este sistema crea una serie de necesidades superfluas - coche, móvil, vacaciones, ropa, etc. – que se van convirtiendo en obligatorias para ser aceptado en sociedad, y que para la parte de la población más joven son el modelo a seguir.

 El impacto de este proceso en el primer decenio del siglo XXI, es lo que he dado en llamar “Trampa del Capitalismo”. La argumentación consiste en que si desde que somos pequeños el sistema nos inculca que a las personas se las valora en función de sus posesiones materiales, tu objetivo en la vida estará dirigido hacia la consecución de esas posesiones. De manera que vas a ir logrando objetos que te permiten integrarte en la comunidad y te hacen sentir más poder cuantos más tienes. Una vez inmersos en ese círculo vicioso, las grandes corporaciones, a la hora de incrementar su poder, se van a encontrar con una sociedad dócil que teme perder lo que ha conseguido – individualmente – y que no se va a molestar en luchar por el bien general, aún a costa de renunciar a sus propios derechos.

Esto es más patente en aquellos idealistas de los 60’s y 70’s, que lucharon en contra de los regímenes autoritarios por el bien común y ahora, que están en el poder, se han convertido en los mayores explotadores. Es decir, para el que no tiene nada o muy poco la lucha unida es el único medio para mejorar, pero una vez alcanzado un determinado estatus económico, su propio egoísmo le hará ir en contra de todo aquel que ponga en riesgo su estabilidad.

Todo ello, unido a la creciente tendencia liberalizadora de los gobiernos, ha desembocado en unas desigualdades sociales cada vez más acusadas en los mismos países desarrollados. Por tanto, la cuestión que parece que no han tenido en cuenta es que el mercado no es estable, y que en ausencia de intervención estatal será el propio mercado el que se autorregule sin importar el coste social que pueda suponer.

Llegados a este punto, cabe preguntarse qué es lo que está en nuestra mano para evitar caer en una trampa tan socialmente aceptada como de consecuencias tan perjudiciales para el bien general. Las respuestas pasan por empezar a cuestionarnos nuestra libertad de pensamiento dentro de una sociedad en un momento concreto de la historia, es decir, en qué medida nuestras elecciones están influenciadas por un colectivo o son fruto de nuestro propio criterio.

Para intentar contestar a esta pregunta objetivamente debemos seguir un proceso mental de abstracción de nosotros mismos y de nuestro contexto social. Este proceso requiere, en primer lugar, de una actitud crítica respecto a la corriente general que nos pretenden imponer en cada momento. En segundo lugar, vamos a necesitar dedicar tiempo a pensar, esto es, debemos llegar a descubrir cuáles son las causas originales que nos inducen a pensar de una determinada manera y, a partir de ahí, reconocer si éstas son verdaderas y nos dan felicidad o, por el contrario, nos hacen dependientes y en el fondo nos estamos engañando a nosotros mismos. En este último caso, tanto si lo admitimos como si no, deberíamos tener en cuenta que aparte de nuestra infelicidad personal vamos a transmitir ese sufrimiento a nuestros seres más queridos.

 


NOTAS

(1)    Extraído del capítulo “El pensamiento clásico” por Victoriano Martín, del libro “Ensayos sobre pensamiento económico” .

        Ed. Mc Graw Hill 1993

(2)    Extraído de:

a.      “Los principios de la administración científica de Taylor e introducción al Fordismo” de Alejandro Jáuregui en :

          http://www.gestiopolis.com/canales/gerencial/articulos/no%206/AdminTaylor.htm

b.      Extraído de “El Fordismo” (1999) de José Rodríguez de Rivera en:

        http://academic.uprm.edu/~mvaldes/id29.htm

(3)    Para profundizar en este tema se recomienda consultar la obra del experto Noam Chomsky.

        http://larevista.turemanso.com.ar/pensador/chomsky.html

 

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